domingo, 1 de octubre de 2017

DJANGO SIN CADENAS (2012)


Al definir a Django sin cadenas de Quentin Tarantino como un western fantástico no pretendo dar por entendido que se trata de una maravilla fílmica. El termino lo utilizo en el sentido literal de la palabra; motivo por el cual incluyo mi comentario sobre la película en éste blog.

Cierto es que, una gran cantidad de críticos se ha empeñado en situarla en una lista de las mejores cintas de vaqueros de todos los tiempos, y qué decir de los miembros de la Academia de Artes Cinematográficas que con un criterio que cada año es más cuestionable le otorgó cinco nominaciones incluyendo las categorías de Mejor película y Mejor director.

Por otro lado, sería injusto pensar que el hecho de ser nominada al Oscar la convierte en automático en una película sin más mérito que el obtenido por cualquier otra producción realizada con pretensiones meramente  comerciales.


Django sin cadenas, al igual que todas las cintas que integran la filmografía de Tarantino, no deja indiferente a ningún espectador. El otrora director de Perros de Reserva (1992) y Tiempos violentos (1994), vuelve a demostrar que es un cinéfilo de sepa. Aquí en particular deja al descubierto su admiración por Sam Peckinpah y Sergio Leone. Django sin cadenas es un homenaje al spaguetti western, el género nacido en Italia en los años sesenta que diera fama internacional a Clint Eastwood y al ya citado Leone con títulos como Por un puñado de dólares (1964), Por unos dólares más(1965) y la obra cumbre El bueno, el malo y el feo(1966).

El spaguetti western a diferencia del western americano, tiene una perspectiva más violenta y realista de las situaciones y la línea divisoria entre héroes y villanos es casi imperceptible.


Tarantino no descubre el hilo negro, tampoco creo  que sea el cineasta de ideas super originales que sus seguidores incondicionales atribuyen a una condición de genio. Lo que es innegable es su habilidad para recrear el cine de tiempos pasados utilizando las técnicas de filmación actuales.
 
Django sin cadenas no puede ser considerado un plagio, sino un homenaje,  que aclaro debe tomarse con ligereza porque cierto es que, fiel a su estilo muestra una violencia desbordada pero también ofrece momentos que van de lo gracioso a lo ridículo y que son por demás divertidos.


Con una duración de casi tres horas, la película mantiene un ritmo ágil, lo que se agradece y  hace pensar a más de uno, que Tarantino aprendió tras la experiencia de Bastardos sin gloria (2009), que extenderse en diálogos sin sentido solo le resta interés al asunto.

La trama aborda la relación entre el doctor King Shultz (Christoph Waltz) un alemán caza recompensas que pide al esclavo Django (Jamie Foxx), ayuda para identificar y matar a unos delincuentes. A cambio no solo obtendrá su libertad sino una considerable cantidad de dinero. Más tarde, cumplido su objetivo deciden continuar juntos y rescatar a la mujer del esclavo quien se encuentra en manos de un sádico terrateniente (Leonardo Di Caprio).


Como película de aventuras es divertida, no tiene mayores complicaciones que ver cómo la pareja protagonista va disparando a diestra y siniestra contra quien se les ponga enfrente. Los personajes están bien construidos, cada uno por separado tiene un perfil psicológico que explica el porqué de sus acciones. El problema radica en la interrelación de los mismos. No termina por explicarse ese afecto casi paternalista de Shultz hacia Django. Por momentos guiñolesca pero más efectiva, es la interacción entre Calvin Candie (Di Caprio) y su mayordomo Stephen (un irreconocible Samuel L. Jackson). 

Django es el pretexto para contar la historia, cierto es que las acciones giran en torno a él, pero conforme aparecen los  personajes del cazador de recompensas, del burgués y del criado negro, su rol se convierte en secundario. 


A éstas alturas poco sentido tiene reprochar a Quentin Tarantino que uno de sus filmes tenga exageraciones al por mayor, después de todo, ese ha sido el sello que lo ha convertido en un cineasta de culto. Una película de Tarantino sin excesos sería como un filme de Hitchcock sin suspenso.

A diferencia de A prueba de muerte(2007) o Bastardos sin gloria, películas que para ser honesto recomendaría solo a fanáticos del buen Quentin, puedo decir que Django sin cadenas es una obra que puede resultar entretenida para los amantes del género, y significar para quienes ha decepcionado tras algunos tropiezos una reconciliación.


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