jueves, 8 de enero de 2015

FREDDY VS JASON (2003)

A principios de los años 90, Jason y Freddy ya habían dado lo que tenían que dar. Al primero era inevitable que lo sacaran de Crystal Lake ¿Quién en sus cinco sentidos seguiría yendo a un lago en donde todos los veranos se sabe que matan a alguien?, pero mandarlo de paseo a Manhattan tampoco dio mucho resultado. Posteriormente en 1993, el título Jason va al infierno, hacía suponer que, por fin la productora reconocía que ya no había tela de donde cortar (ahora sabemos que la palabra FIN no existe en su diccionario). Pero sucedió algo raro. La cinta termina con una escena que podía interpretarse de dos maneras: como un buen chiste o como una posibilidad de ver juntos a Voorhees y Krueger. Sin embargo, ésta idea se quedó solo en eso con el estreno en 2001 de Jason X, una barbaridad que la sitúa entre las peores películas de horror de principios del siglo XXI. 

Por su parte, La muerte de Freddy (1991) anunciaba el desenlace de Pesadilla en la calle del infierno pero ¡No fue así! Tres años después se estrenó La nueva pesadilla de Wes Craven, en donde al creador del concepto original se le ocurrió la idea de contarnos que Freddy, el personaje ficticio, cobra vida para matar a la actriz Heather Langenkamp, la protagonista de la primera película. Aparecen Craven y Robert Englund interpretándose a sí mismos. Se deja ver como una curiosidad.

Tuvo que pasar una década, para que por fin, los seguidores de estos célebres amantes del destajo y la matazón se vieran las caras en la misma película. 

Decepcionado al ver que los jóvenes del nuevo milenio ya no le temen, el buen Freddy Krueger tiene la maravillosa idea de regresar a la vida a Jason Voorhees, para que mientras él retoma fuerzas, el asesino de Crystal Lake le dé una lección a las chicas y chicos calenturientos de Elm Street, sin necesidad de esperar a que estos se duerman. Es el mismo Freddy, quien se encarga de ponernos al tanto del asunto en los tres minutos previos a los créditos iniciales. 

En lo personal, debo decir que las películas de Viernes 13 nunca terminaron por llamar mi atención. Por consiguiente, Jason me parecía un personaje totalmente carente de interés, cuya única gracia era dejar caer el machete sobre sus víctimas para atravesarlos de lado a lado. En cambio, en cada entrega de Pesadilla en la calle del infierno, se iban revelando varios detalles sobre el pasado de Freddy (por ejemplo, quien fue su madre y la forma en que fue concebido), en ello radicaba en gran parte, la curiosidad por ver las secuelas. Además, Robert Englund bordó de maravilla el papel, otorgándole una personalidad única e inconfundible. Freddy puede ser terrorífico y cómico al mismo tiempo y eso lo hace muy atractivo. Otro punto a favor para el hombre del sombrero y guante de navajas, es el contexto en que asesina a sus víctimas, es decir, el mundo de las pesadillas. Una vez dormidas, las personas son presas de los más ingeniosos y a veces hasta graciosos ataques, sin que los espectadores cuestionen lo absurdo de la situación, después de todo dentro de un sueño lo irreal y fantástico no tiene limites. 

Una vez que he dejado en claro la razón de mi preferencia por Freddy, les comento lo que opino de la película en cuestión. Como verán, la premisa es de lo más simple y lo único que se puede esperar es que por lo menos resulte divertida. Sin embargo, es dispareja en todos los sentidos y el argumento es pan con lo mismo. Otra vez tenemos a la chica curvilínea que muestra sus atributos como Dios la trajo al mundo antes de que la pasen a cuchillo en el lago. A los pelafustanes que también los tasajean por andar portándose mal (entiéndase eso como tener relaciones, drogarse o emborracharse) y todos los personajes estereotipados que hemos visto en ambas sagas, como los papás que guardan el secreto de quién es Freddy, qué hizo y cómo murió ¡Por Dios todos los seguidores lo sabemos! ¿Hay necesidad de que nos lo repitan? Y qué decir de la chica virginal, que siempre termina siendo la sobreviviente de la masacre, al más puro estilo moralista de los tiempos en que Ronald Reagan era presidente de Estados Unidos y los asesinos seriales en el cine, jugaban el rol de defensores de la decencia y las buenas costumbres. 

A la mitad de la película Freddy Krueger y yo nos preguntabamos lo mismo ¿Para qué diablos revivir a Jason? Tan absurdo como en Plan 9 del espacio exterior (1959) de Ed Wood, en donde los extraterrestres teniendo la tecnología para conquistar el mundo optan por revivir a unos muertos. En verdad, no tiene sentido. Una vez que inician los enfrentamientos, nos encontramos con que dentro de las pesadillas, la figura de Jason queda reducida a la de un pelele de Freddy; es como ver a un peso mosca enfrentar a un peso pesado que, con todas las de ganar se rebaja para que el enfrentamiento luzca parejo. Es un hecho que Freddy cuenta con mucho más recursos que Jason, basta con pensar que, si tuvo el poder para revivirlo nada le costaría regresarlo a la tumba, pero en fin, esa no es la lógica del director chino Ronny Yu. 

Lo más divertido, son los últimos veinte minutos en los que con lujo de violencia - lo que agradecerán los amantes del gore -los monstruos ya situados en la realidad, se dan hasta con la cubeta, lanzando uno al otro por los aires, mutilándose y haciendo gala incluso de artes marciales, todo para divertir a un público que no veía la hora en que por fin se diera el encontronazo con la intensidad que se prometía. Los seguidores incondicionales de ambos parecen haber quedado complacidos, prueba de ello es que el filme costó 25 millones de dólares ganando en taquilla poco más de 80. Insisto, aunque es más entretenida comparada con alguna de las últimas secuelas de Viernes 13 sobre todo, es un hecho que aporta muy poco a la filmografía de dos personajes que ahora sí, ya deben estar compartiendo habitación en un asilo.

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