sábado, 1 de noviembre de 2014

NUNCA ESTAMOS SOLOS (2007)

Pim, una chica que vive con su novio en Corea, debe regresar a Tailandia a la casa en donde pasó su infancia. Lo anterior, debido a que su madre se encuentra grave en el hospital. A partir de su llegada, los recuerdos de la niñez no se hacen esperar, y es que, Pim no nació sola, sino con una hermana siamesa que murió tras una operación para separarlas. Las constantes apariciones del espíritu de Ploy, la difunta hermana de Pim, no solo mantienen aterrada a la joven, sino que hacen dudar al novio de su cordura y ponen al descubierto un secreto tan sobrecogedor como cualquier hecho sobrenatural.

Nunca estamos solos, es una multi nominada película en distintos festivales internacionales de cine fantástico. Está dirigida por Banjong Pisanthanakun, mismo realizador de Shutter (2004) y al igual que su antecesora, es una prueba de que el cine de horror tailandés junto con el coreano vive un momento de plenitud, al grado de ser una de las industrias con mayor producción de títulos y una influencia clara para el cine estadounidense que, sobra decirlo, ha intentado copiarlo sin igualarlo aún. 


Nunca estamos solos, se estrenó en México sin todo el aparato publicitario con el que contaron películas como Con el diablo adentro (2012), La noche del demonio (2010) y El conjuro (2013), por citar algunos ejemplos recientes, lo que es una lástima, porque en verdad es una buena cinta de género.

¿Qué si tiene cliches? Muy pocos ¿Acaso hay alguna que no los tenga? Por lo que respecta al guión, es una trama bien llevada. Desde los créditos iniciales, las imágenes hablan por si solas de la relación entre las hermanas nacidas juntas por capricho de la naturaleza y, pareciera condenadas a ser inseparables por los riesgos que implica una operación quirúrgica de semejante dificultad. Luego se plantea como interrogante, qué tan estrecho es el vínculo entre los gemelos y qué sucedería si uno de ellos muere, considerando esa creencia - ¿Hecho comprobado? no lo sé - que indica que uno siente la presencia del otro cuando están separados. 

Después de un inicio con escenas sobrecogedoras, la película baja un poco la intensidad para contarnos mediante flashbacks la historia de un amor imposible, en la que encontramos al final todas las respuestas y el por qué de las apariciones fantasmales. Esto en lo personal, lo agradecí inmensamente ya que, evita el desgastado recurso de ver al protagonista descubriendo el misterio, metiéndose a Google por aquéllo de que en "Google encuentras todo".

Vale la pena verla para confirmar que no todo el cine de horror oriental es una copia de la niña de El Aro (1998). Bien por los tailandeses, que sigan así.

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